martes, 15 de septiembre de 2009

Sin rodeos

Apuntando al cielo con una caricia al aire le dijo:

- ¡Mira¡ parece un lienzo perfecto en espera de ser llenado. Ese dorado casi blanco es tan bello…casi inmaculado, casi que los ojos no se atreven a mirar su brillantez cegadora. Y si se aventuran, la mirada se perderá en los brazos de su luz como un fanático religioso extasiado al pum pum de la ceremonia.

Sus ojos de corcholata no se habían cegado por el lienzo matinal pero, realmente se esforzaba en encontrar algo más que un día medio soleado. Como buscando maravillarse, casi forzada permaneció unos segundos boquiabierta esquivando los rayos del sol sin decir palabra.

- No puedo dejar de mirarte. Sé que es rápido pero me estoy enamorando de ti. Tus ojos son como dos duendes que me han embriagado con el fin de perderme en lo más espeso de tu bosque y, ya dentro me siento muy mal por causarte este daño…Haberte penetrado con la ayuda de esos dos. Já… Pero ¿sabes una cosa? No pervertiré tus encantos. No. No soportaría la idea de que después de mí ,corras a derramar abrazos inmerecidos. Te prefiero blanca. ¡Y te lo juro¡, yo ,me quedo con ésta para cuando tú no estés o para cuando al deseo se le acaben las hojas de su diario.

Dijo el hombre al sacar de su cartera la fotografía de una modelo porno, mostrando sus pesados senos que casi pedían ser tocados. Parecían como dos gelatinas de guayaba que se movían retando al que las mira provocándolo. Mientras, la modelo, tratando de distraer o tal vez de poner a prueba al espectador mantuvo sus negros ojos fijos a la cámara.

- ¿Podemos ir ya por la pizza?