martes, 18 de agosto de 2009

Aún no es alcalde y ya quiere comer de balde

Llegué impuntual a casa de Pilar, a propósito, pues la conozco y sé que cuando yo paso por ella invariablemente me invita a tomar algo mientras termina de arreglarse. La semana pasada estuvimos muy ocupadas buscando una fiesta entre nuestras amistades, pero nada de nada; así que gracias a lo observadora que es Pilar llamamos al sonido que siempre ameniza las fiestecillas que rondamos.

- Oiga, mmm, disculpe, ¿dónde trabajará hoy?

- ¿Quién habla?

- Este, mmm, lo que pasa es que usted no nos conoce, pero somos unas chicas que siempre hemos visto que su sonido está en las fiestas electrónicas a las que vamos y pues como no hemos podido averiguar donde hay una fiesta hoy pensamos que tal vez usted sabría.

- Ah, y, ¿cuántas son?

- Somos dos

- Bueno pues yo soy Manuel, soy Dj y dueño del sonido Ibiza Master y pues sí, hoy habrá una fiesta en el Búnker a las 10, de hecho yo voy a tocar. Si quieren pueden ir, yo las invito, lleguen a la puerta y pregunten por Manuel Cali.

Eran las 11 de la noche y salimos de casa de Pilar con sendos abrigos de peluche y todo el disfraz. Sinceramente yo me sentía un poco incómoda, pero Pili que es mucho más glamurosa que yo me dio el valor necesario para ir a una fiesta.

- Amiga, hoy vamos a conocer al hombre de nuestras vidas, tú piensa positivo, ya verás, recuerda que la vida es una ruleta, tal vez hoy nos toque estar arriba¡¡¡ y para que eso suceda atráelo, los pensamientos se materializan, como te ves te sientes. Tú ten fe, ya sabes, la fe mueve montañas. Además a burro grande ande o no ande.

Yo sólo necesitaba estar en la pista de baile, bailar, soñar y si todo salía muy bien, pues conocer a un hombre de cabello oscuro que no esté ni muy arreglado ni muy perfumado y sobre todo que tenga más de 25.

El tal Manuel Cali era más o menos simpático, tendría como unos 28, pero estaba demasiado perfumado y demasiado alcoholizado, el tipo apestaba. Parecía que ya tenía planes para nosotras. Nos trató con tal cordialidad que al principio pensamos que se trataba de un verdadero caballero. Coqueteaba con una y con otra, y cuando subió a su tornamesa no dejaba de lanzarnos miraditas. Pilar y yo charlábamos a cerca de la suerte que teníamos esa noche, de la buena vibra y del excelente ejemplar que era este tal Manuel Cali. Yo fui por unas bebidas y cuando regresé nuestro hombre bailaba con Pilar. Yo me quedé sentada en los sillones de vaca, pastando y dando sorbos a mi alfonso. Ya llevaban como tres canciones cuando se abrazaron. Me hubiera puesto a bailar sola pero la música era demasiado gay. Todo era risa y aplausos, sentada frente a los dos bailarines que cada vez se veían más subiditos de tono mientras que yo hasta me había vuelto a poner mi abrigo. Sentí un poco de celos a pesar de que el tipo no era mi tipo, pero los celos son una cosa rara muy parecida a los hombres. Aparecen de repente y no los puedes controlar.

En eso Pilar se va al baño y el Dj vino a darme mi premio de consolación.

- ¡Al fin solos¡

- Uhum

- Si, desde que las vi entrar quise bailar contigo, pero pues no se dio. Tu amiga me sacó a bailar y ni cómo negarme. Mira, te quiero dar este disco es el único que traigo y me gustaría dártelo a ti, es mi primer disco, yo lo mezclé todito. Nada más no se lo digas a tu amiga, se puede ofender y no es mi intención, yo soy un caballero.

Recibí el disco, distraje un momento mi mirada de él mientras lo guardaba en mi bolso y de repente, de un movimiento brusco que tal vez un amateur no podría realizar, el tipo quiso arrancarme los labios de un lengüetazo. Por instantes tuve el impulso de corresponderle pero su perfume me mareó tanto y junto con los alfonsos que ya traía encima estuve a punto de darle un regaderazo (le hacía falta pues seguía apestando).

Nauseabunda corrí al baño y ahí estaba Pilar frente al espejo toda emocionada porque el galancito la había besado en la pista, ¡vaya que era un profesional¡ guaaaaaaaaaaaaaaaa, yo que no les despegué la mirada ¡ni me di cuenta¡. Creí conveniente decirle a Pilar que el tipo era un ladrón de bocas. Dudé, pues sabía que eso interrumpiría la buena vibra que andaba generando, pero tuve que hacerlo, no quería que mi amiga terminara atrás de una bocina toda greñuda, con la boca embarrada sobre su cara y con la ilusión de haber encontrado al hombre de su vida. La sorpresa fue para las dos y la buena vibra nos cayó como temblor pues el señor DJ nos dijo lo mismito y nos dio el famoso disco “único” a las dos para asegurarse de que alguna caería.

Ya en la pista los dos discos rodaron, pero antes el tipo tuvo que escuchar el manifiesto “Lupita D’alessio” y un duro y sentencioso “de estas pulgas no brincan en tu petate”, “de esta monada, nada” por parte de Pilar.

Los dos abrigos abordaron un taxi, el DJ no se daba por vencido y corría gritando “no se vashan” y de un salto ya estaba dentro, salimos por la puerta izquierda y entramos por la otra mientras Manuel seguía haciendo su ridícula persecución gateando en los asientos; finalmente lo echamos de un patín al suelo y pedimos al taxista que arrancara. Partimos festejando entre carcajadas “¡qué dijiste, cuatro tetas jalan más que dos carretas¡ ¿no?” cuando de repente Pilar tronó en llanto

- ¡Ay amiga¡ ¡a grandes ilusiones grandes problemas¡ mira nada más y yo que creí que el tipo era un partido. Pero no importa, lo que no me mata me fortalece, así que borrón y cuenta nueva.

A mí la verdad me dio mucha risa que Pilar haya creído que el DJ era el hombre de su vida, y sobre todo por las condiciones en que lo conocimos. Pero total, yo también ando en la misma búsqueda, y si el tipo hubiera tenido el cabello oscuro y un look desenfadado puede que yo hubiera creído lo mismo; aunque tengo a Román a veces quisiera encontrarlo de nuevo, siento como si lo hubiera perdido pues ahora que anda en el DF estudiando no sé qué diablos siento que se me escapa y cada que voy a una fiesta quiero volver a encontrarlo, volver a vivir esa emoción que tuve al conocerlo.